La hepatitis C es uno de los seis virus diferentes (también hay A, B, D, E y G) que causan inflamación en el hígado. Este tipo de hepatitis vírica es diferente de otros tipos de hepatitis. Todas las personas con hepatitis A y la mayoría de las personas con hepatitis B desarrollan una infección aguda, se recuperan completamente y desarrollan anticuerpos que les protegen de volver a contraer la enfermedad. Sin embargo, con el virus de la hepatitis C, el organismo es incapaz de combatir la infección y desarrollar anticuerpos para recuperarse completamente y protegerse de futuras infecciones. Como resultado, la mayoría de las personas que padecen la enfermedad acaban padeciendo hepatitis C de forma crónica.

En muchos casos, la hepatitis C no presenta síntomas hasta que se produce un daño hepático importante. Esto incluye la cirrosis (cicatrización del hígado), que puede conducir a la insuficiencia hepática.

Preguntas frecuentes

Está causada por el virus de la hepatitis C, que suele propagarse al entrar en contacto con la sangre de alguien que ya está infectado. Así, uno puede contraer el virus compartiendo agujas de drogas o pinchándose accidentalmente con una aguja que lleve sangre infectada. Los bebés de madres infectadas también pueden contraer la enfermedad.

La mayoría de los enfermos de hepatitis C no presentan síntomas. Esto es especialmente cierto al principio de la enfermedad. Si hay síntomas, suelen ser leves y parecidos a los de la gripe: fatiga, náuseas, fiebre y falta de apetito. Algunas personas también pueden presentar orina de color amarillo oscuro, ictericia (coloración amarillenta de los ojos y la piel) o heces de color claro.

Los análisis de sangre rutinarios mostrarán una elevación de determinadas enzimas hepáticas. El médico puede entonces solicitar un análisis de sangre específico para determinar si tiene hepatitis C.

El tratamiento suele consistir en un fármaco oral diario de corta duración, con una tasa de respuesta excelente (98%) en la mayoría de los pacientes. En pacientes con insuficiencia hepática, puede ser necesario considerar la posibilidad de un trasplante. Si padece la enfermedad, debe evitar especialmente el alcohol y determinados medicamentos que puedan suponer un riesgo para el hígado.

También debe consultar a su médico sobre la vacunación contra los virus de la hepatitis A y B para evitar nuevas infecciones y complicaciones.

Se puede prevenir el contagio de la hepatitis C no compartiendo maquinillas de afeitar, herramientas de manicura, cepillos de dientes, agujas intravenosas o cualquier otro objeto que pueda transportar sangre infectada. Deben evitarse prácticas como la perforación de orejas y los tatuajes en lugares donde las condiciones de esterilidad sean dudosas. Si tiene varias parejas sexuales, utilice siempre protección de barrera.