El hígado graso es la acumulación de grasa en las células hepáticas. Aunque la grasa en el hígado no suele causar daños por sí misma, puede ser un signo de una enfermedad más perjudicial. El hígado graso puede estar asociado o provocar una inflamación del hígado, conocida como esteatohepatitis, que puede causar cicatrices y endurecimiento del hígado. La cicatrización extensa se denomina cirrosis y se considera una enfermedad muy grave.

Preguntas frecuentes

El hígado desempeña un papel importante en la descomposición de las grasas en el organismo. La grasa se acumula cuando este proceso funciona mal o cuando se padecen afecciones como diabetes mellitus, triglicéridos elevados en sangre o consumo excesivo de alcohol. La acumulación también puede deberse a la tuberculosis y la malnutrición, el exceso de vitamina A o el uso de ciertos fármacos, como los ácidos valproicos o los corticosteroides. El embarazo también puede provocar acumulación de grasa.

No suele presentar síntomas perceptibles. De hecho, el hígado graso se descubre con frecuencia durante un examen físico rutinario o mientras su médico le evalúa para otras enfermedades.

Para estar seguro del diagnóstico de hígado graso, el médico puede recomendar una biopsia hepática, durante la cual se extrae con una aguja un pequeño trozo de tejido hepático y se examina al microscopio.

La esteatohepatitis, la inflamación del hígado debida a la acumulación de grasa, es una posible complicación y es señal de daños hepáticos graves. Ocurre con frecuencia en personas con sobrepeso significativo o que han experimentado una rápida pérdida de peso.

En la mayoría de los casos, el tratamiento del hígado graso y la esteatohepatitis requiere el control de las afecciones subyacentes. Esto puede incluir la reducción de los triglicéridos elevados en sangre, el control de la diabetes o la eliminación del consumo de alcohol. En algunos casos, se requiere la reversión quirúrgica del bypass intestinal para la obesidad.

Si el paciente tiene sobrepeso, la pérdida y el control de peso son fundamentales para el éxito del tratamiento. También se están realizando estudios con fármacos que pueden reducir el daño hepático en casos de esteatohepatitis.

En algunos casos crónicos de daño hepático grave, puede considerarse la posibilidad de un trasplante de hígado.

La dieta mediterránea, una dieta principalmente vegetal que hace hincapié en las verduras, las frutas, las legumbres, los frutos secos, los cereales integrales, el aceite de oliva, el pescado y una cantidad limitada de proteínas animales, contiene antioxidantes y nutrientes antiinflamatorios como los polifenoles, la fibra y los ácidos grasos Omega-3, que están relacionados con diversos beneficios para la salud.

En las últimas cinco décadas se han llevado a cabo numerosos estudios basados en pruebas que han demostrado los numerosos beneficios positivos para la salud de la dieta mediterránea, incluida la mejora de afecciones crónicas como la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA), la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad.

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