Como especialistas en salud digestiva, nuestros médicos se comprometen a proporcionar una atención y un tratamiento integrales a nuestros pacientes. Esto va más allá de los problemas gastrointestinales e incluye también las afecciones hepáticas.

La hepatología, el área de la medicina que se centra en las enfermedades hepáticas, es una parte importante de todas las consultas de gastroenterología y es un área de especialización esencial para nuestra consulta. Mientras que algunas condiciones del hígado son en gran parte afectados por la genética, hay formas activas para mantener un hígado sano. Como en la mayoría de los aspectos de la salud, creemos que la prevención es siempre más eficaz que el tratamiento.

Acerca del hígado
El hígado es uno de los órganos más grandes e importantes del cuerpo. Tiene el tamaño aproximado de un balón de fútbol y está situado en el lado derecho del cuerpo, debajo de la caja torácica. Desempeña un papel fundamental en la digestión y también filtra las toxinas de la sangre.

Mantener el hígado sano
Limpiar y depurar el organismo es un trabajo duro, por lo que es importante cuidar el hígado para garantizar que se mantenga sano a lo largo de los años, principalmente evitando las cosas que puedan dañarlo. Lo más importante es evitar el alcohol, mantener una dieta sana, hacer ejercicio con regularidad y moderar el consumo de ciertos medicamentos. El consumo de alcohol, con el tiempo, puede provocar inflamación y cicatrización del hígado, lo que puede dar lugar a cirrosis, una enfermedad que puede acabar provocando la insuficiencia hepática, que a menudo es potencialmente mortal. El sobrepeso o la obesidad pueden causar la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD), que también puede conducir a la cirrosis. La salud general puede mejorarse manteniendo un hígado sano mediante un enfoque proactivo.

Preguntas frecuentes

Aunque los trastornos o enfermedades hepáticas no siempre dan lugar a síntomas perceptibles, pueden aparecer algunos signos, entre ellos:

  • Piel y ojos amarillentos (ictericia)
  • Hinchazón abdominal
  • Hinchazón de piernas y tobillos
  • Picor en la piel
  • Color oscuro de la orina
  • Heces de color pálido
  • Fatiga crónica
  • Alteraciones del sueño o confusión
  • Náuseas o vómitos
  • Pérdida de apetito
  • Tendencia a la formación de hematomas

Además del consumo excesivo de alcohol y la obesidad, hay otros factores que pueden aumentar
el riesgo de enfermedad hepática:

  • Transfusión de sangre antes de 1992
  • Exposición a determinadas sustancias químicas o toxinas
  • Exposición a sangre y fluidos corporales de otras personas
  • Antecedentes familiares de enfermedad hepática
  • Inyectarse drogas con agujas compartidas
  • Tatuajes o perforaciones corporales sin la higiene adecuada
  • Diabetes de tipo 2
  • Sexo sin protección

Además de evitar los factores (preguntas frecuentes anteriores) que aumentan el riesgo, existen otros consejos para ayudar a prevenir las enfermedades hepáticas:

  • Si has padecido hepatitis o tienes un riesgo elevado de contraerla, habla con tu médico sobre la posibilidad de vacunarte contra la hepatitis A y B.
  • Tome los medicamentos con y sin receta sólo cuando los necesite y en las dosis prescritas.
  • No mezcle alcohol y medicamentos y consulte a su médico antes de tomar cualquier suplemento a base de plantas.
  • Antes de comer o preparar alimentos, asegúrese de lavarse bien las manos.

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